A pesar de la inexistencia física y material, nos encontramos en un mismo lugar, ese lugar es nuestra mente que nos lleva a diario completamente, a recordar momentos felices por siempre. Allí, ellos vivirán eternamente, donde no hace falta hablar, extrañamente, sino pensar continuamente.
Aunque no podamos conversar abiertamente, es pertinente reunirnos oportunamente, en nuestro subconsciente, así lo admite el consciente, si cerramos los ojos no podremos escuchar la verdad, pero sí conoceremos la realidad, de esa manera nuevamente, estaremos cerca de nuestros seres añorados, que parecían alejados, si solamente los imaginamos, cercanos.
Necesitamos de sus palabras para sentirnos acompañados, pero no pensamos cuando los necesitamos, todo es tan fugaz que queremos mucho más, pero no tenemos tiempo, porque sabemos que la vida es corta y todo nos confronta.
Abiertamente deseamos verlos, pero en el presente, no se hace evidente, entonces rápidamente, estando tan lejanos, buscamos amarlos para encontrarlos, escapándose de nuestras manos el deseo de visualizarlos.
Persistimos, imaginamos, soñamos y retornamos para encontrarnos otra vez con los ojos cerrados.
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